No cabe duda que uno de los atractivos, tanto religiosos como turísticos de la Semana Santa, son las procesiones o mejor dicho "desfiles procesionales" que recorren las calles de casi todas las ciudades y pueblos de España. No quiero dudar de la religiosidad, ni de la fe, ni del fervor de las personas que en ellas participan; pero hay algunos detalles que a mí no me acaban de convencer; citaré sólo tres que he podido observar estos días en las procesiones de la ciudad de Ávila:
1. Algunos cofrades desfilan descalzos. Con una temperatura cercana a las Oº C. y después de caminar varios kilómetros, ¿cómo acabarán los pies?. Quizás eso sea penitencia, pero ¿no es también atentar contra la propia salud y la integridad física?. ¿No podría considerarse, desde el punto de vista católico, como un pequeño pecado contra el quinto mandamiento?. Quienes lo hacen ya son mayorcitos y se supone que responsables de sus actos. Allá ellos.
2. Son muchos los niños de corta edad (entre 4 y 10 años) que participan en estas procesiones. ¿Es un acto de responsabilidad paterna hacer dar una lenta, cansada, larga y fría caminata a estos pequeños?. Yo no lo creo así, ni siquiera en nombre de Dios.
3. Lo que nunca había visto, y que me parece del todo intolerable, es desfilar empujando el carrito con el bebé y si para más "inri" como en este caso, se hace a escasos metros de una banda de cornetas y tambores, la cosa ya no tiene nombre.
Me pregunto si el Dios de estas personas se sentirá orgulloso de semejantes actos. Yo, no; claro que yo no soy Dios, sino un simple ser humano con sentimientos.
2 comentarios:
Que facil es confundir la verdadera fe con el folclore y la fiesta, si supieramos aprovechar el verdadero sentido de la Semana Santa, cuantos beneficios podriamos obtener.
Lo del carrito junto a las cornrtas y tambores, dejará huella en el niño.
Saludos
Compañero, que lejos te quedan ya aquellos días de misa diaria, días sin contacto carnal, días sin malos pensamientos, días de preparación espiritual, días de penitencia....
Ahora toca disfrutar de la vida en todo su esplendor, y a partir del año que viene ni te cuento...
Un abrazo
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