sábado, 16 de agosto de 2014

YA ESTÁN AQUÍ


 
La vida es un constante “ir y venir”. Si hace unos días lamentaba la partida para siempre de mi suegra, ahora celebro la venida a este mundo hace poco más de 48 horas de mis nietas Candela y María (en este orden nacieron).
 
Se han hecho esperar, pero al final estas “dos monitas” me han convertido en abuelo.

Me parece increíble haber alcanzado la categoría de abuelo, al igual que me lo pareció en su día alcanzar la de padre. Es una sensación difícil de describir. Es como un cóctel de emoción, alegría, tristeza (porque no están todas las personas que hubieran querido estar), amor, protección, preocupación por su futuro... Quienes han tenido la suerte de haber vivido esta etapa de la vida, seguro que me entenderán.

- Me quedo embobado mirándoos en vuestras cunitas: pequeñitas, indefensas, moviendo vuestros bracitos... y mientras os contemplo ya os estoy calificando:

- Candela: tienes los ojos muy abiertos; no paras de moverte; seguro que serás inquieta, movidita; “un rabo de lagartija”, como se dice popularmente. Ya antes de nacer has hecho a tu mamá la primera trastada, pillina.

- María: tú duermes; estás tranquilita; no te quejas ni protestas; y así te veo cuando crezcas: obediente, tranquila, más seriecita.
 
Candela emite un estornudo casi imperceptible y regreso a la realidad del momento. Y allí están las dos en sus cunitas; las hijas de mi hijo; mis nietas; Candela y María.
 
¡ BIENVENIDAS A ESTE MUNDO ! ¡ BIENVENIDAS A LA VIDA !


lunes, 4 de agosto de 2014

ADIOS, MARIA


Hace ya muchos meses que tengo abandonado este blog. Casi olvidado. Pero hoy me decido a escribir. Siento la necesidad de hacerlo.
 

 
Ayer abandonó este “valle de lágrimas” una gran señora; todo un ejemplo de esposa y sobre todo de madre. Mi suegra, María, nos dejó para siempre.
 
Todo lo que yo pueda decir aquí para intentar calificar a María, se quedaría corto. Se me hace difícil, casi imposible, expresar con palabras cómo era María en vida. Derrochaba cariño, cariño sincero, para con todos los suyos. Es imposible no querer a una persona como María.
 
Su cariño, su dulzura, su fortaleza, su sencillez ... me cautivaron. Sentía que me daba lo que, por la distancia que nos separaba, mi madre no podía darme. Pronto la consideré, la considero y siempre será “mi segunda madre”.
 
Cientos de recuerdos me vienen a la memoria: aquellos meses de verano llenos de anécdotas graciosas que compartimos a lo largo de varios años; aquellos encuentros en Ávila haciendo el “gamberrete” con mi madre; el delicado cuidado que has propiciado a mis hijos, tus nietos de alma, desde su primer día de vida..... Tantas y tantas cosas que, a pesar de la distancia en el tiempo, al recordarlas me emocionan y que jamás podré agradecerte lo suficiente.
Hace poco más de 24 horas que te fuiste para siempre y ya te echamos en falta. Decidiste marchar pensando, como siempre, en los demás; sabías perfectamente que tu final se aproximaba y que no valía la pena causar más dolor a los que te rodeabann y tiraste la toalla con la valentía y con el cariño que siempre te ha caracterizado.
 
Te has retirado a descansar para siempre. Estoy convencido que tu Dios te tenía reservado un lugar preferente en su paraíso y que estás ocupando ya. Sé que estás feliz porque después de tantos años te has vuelto a reencontrar con tu hijo. También sé que tu felicidad no es completa porque sabes que quienes quedamos aquí nos sentimos tristes y huérfanos por tu ausencia. No te preocupes por nosotros; saldremos adelante porque la vida en la Tierra debe continuar. Goza de la felicidad del paraíso con tu hijo. No tardaremos mucho en reencontrarnos.
 
Sólo te pido que, desde tu paraíso, nos protejas como siempre has hecho y que compartas nuestra alegría cuando pronto vengan al mundo las “monitas” de tu nieto.
 
Gracias por todo, Maria. Gracias por tu cariño, por tu generosidad, por tu entrega, por tu sinceridad...
Gracias por ser una gran señora.
Gracias por haber sido mi suegra y ... “mi segunda madre”.