Hace
ya muchos meses que tengo abandonado este blog. Casi olvidado. Pero
hoy me decido a escribir. Siento la necesidad de hacerlo.
Ayer
abandonó este “valle de lágrimas” una gran señora; todo un
ejemplo de esposa y sobre todo de madre. Mi suegra, María, nos dejó
para siempre.
Todo
lo que yo pueda decir aquí para intentar calificar a María, se
quedaría corto. Se me hace difícil, casi imposible, expresar con
palabras cómo era María en vida. Derrochaba cariño, cariño
sincero, para con todos los suyos. Es imposible no querer a una
persona como María.
Su
cariño, su dulzura, su fortaleza, su sencillez ... me cautivaron.
Sentía que me daba lo que, por la distancia que nos separaba, mi madre no podía darme. Pronto la consideré, la considero y siempre será “mi
segunda madre”.
Cientos
de recuerdos me vienen a la memoria: aquellos meses de verano llenos
de anécdotas graciosas que compartimos a lo largo de varios años;
aquellos encuentros en Ávila haciendo el “gamberrete” con mi
madre; el delicado cuidado que has propiciado a mis hijos, tus nietos
de alma, desde su primer día de vida..... Tantas y tantas cosas que,
a pesar de la distancia en el tiempo, al recordarlas me emocionan y que jamás podré
agradecerte lo suficiente.
Hace
poco más de 24 horas que te fuiste para siempre y ya te echamos en
falta. Decidiste marchar pensando, como siempre, en los demás;
sabías perfectamente que tu final se aproximaba y que no valía la
pena causar más dolor a los que te rodeabann y tiraste la toalla con
la valentía y con el cariño que siempre te ha caracterizado.
Te
has retirado a descansar para siempre. Estoy convencido que tu Dios te
tenía reservado un lugar preferente en su paraíso y que estás
ocupando ya. Sé que estás feliz porque después de tantos años te
has vuelto a reencontrar con tu hijo. También sé que tu felicidad
no es completa porque sabes que quienes quedamos aquí nos sentimos
tristes y huérfanos por tu ausencia. No te preocupes por nosotros;
saldremos adelante porque la vida en la Tierra debe continuar. Goza
de la felicidad del paraíso con tu hijo. No tardaremos mucho en
reencontrarnos.
Sólo
te pido que, desde tu paraíso, nos protejas como siempre has hecho y
que compartas nuestra alegría cuando pronto vengan al mundo las
“monitas” de tu nieto.
Gracias
por todo, Maria. Gracias por tu cariño, por tu generosidad, por tu
entrega, por tu sinceridad...
Gracias
por ser una gran señora.
Gracias
por haber sido mi suegra y ... “mi segunda madre”.
1 comentario:
Muy emotivo tu homenaje a María, una señora que solo derrochó amor hacia los demás, según nos cuentas. Abrazos
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