Con mi amigo y compañero Javier y nuestras parejas, entre los días 8 y 17 de Julio nos deleitamos visitando y disfrutando de los fiordos noruegos. La naturaleza se ha mostrado generosa y ha dejado un inmenso paraíso en esta región del planeta: elevadas montañas adornadas con cascadas por doquier; ríos y arroyos de aguas cristalinas; lagos que reflejan los paisajes en el líquido espejo de sus aguas; glaciares; el viaje del Flamsbana; verdes praderas, verdes árboles, verde, verde, verde .... También abruptas montañas con zigzagueantes carreteras, como la Escalera de los Trolls; el Preikestolen, conocido como "el Púlpito", una gran roca de 600 m. de altura que se yergue vertical sobre el fiordo; y los fiordos: estrechos, profundos, bordeados de altas montañas y siempre adornados con cascadas. Impresionante. Un recreo para la vista.
La cámara fotogáfica se vuelve loca disparando aquí y allá; desde cualquier ángulo se toman preciosas instantáneas; el problema viene después para seleccionarlas.
No quiero olvidar ciudades encantadoras como Stavanger, Bergen o Alesund.
Dediqué ilusionado muchas horas para preparar este circuito y con las maletas en la mano y el programa de viaje en la mochila, empezamos la andadura. Todo salió según lo previsto; tan solo falló un detalle y fue la duración de los desplazamientos por carretera; y es que la velocidad media no llega a los 80 Km. por hora y además muchas carreteras "discurren sobre el mar" a bordo de ferrys.
Eso sí; todo bastante más caro que en España; y la comida.... ni compararse puede; pero llevarse unas buenas provisiones envasadas al vació, mitigan el problema.
Ha sido un viaje de los que dejan huella y que recomiendo a quienes no hayan visitado esta parte de Europa. Vale la pena.
En breves días colgaré el diario del viaje, aunque solo sea porque disfruto recordando aquellos días.
Os dejo algunas fotografías de los cientos que tomamos.
No quiero olvidar ciudades encantadoras como Stavanger, Bergen o Alesund.
Dediqué ilusionado muchas horas para preparar este circuito y con las maletas en la mano y el programa de viaje en la mochila, empezamos la andadura. Todo salió según lo previsto; tan solo falló un detalle y fue la duración de los desplazamientos por carretera; y es que la velocidad media no llega a los 80 Km. por hora y además muchas carreteras "discurren sobre el mar" a bordo de ferrys.
Eso sí; todo bastante más caro que en España; y la comida.... ni compararse puede; pero llevarse unas buenas provisiones envasadas al vació, mitigan el problema.
Ha sido un viaje de los que dejan huella y que recomiendo a quienes no hayan visitado esta parte de Europa. Vale la pena.
En breves días colgaré el diario del viaje, aunque solo sea porque disfruto recordando aquellos días.
Os dejo algunas fotografías de los cientos que tomamos.
1 comentario:
Maravilloso, José María. Recuerdo muchos lugares de tus fotos, aunque yo no estuve en el Preikestolen, que debe ser impresionante.
Abrazos
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