DÍA
VII. (17-07-2014) AYUTTHAYA – KANCHANABURI
Después
de la remojada de ayer, el día comienza con una temperatura
agradable, pero a media mañana el calor y el bochorno agobian como
siempre.
Ayutthaya,
fundada en 1350, fue una gran potencia y una de las ciudades más
grandes de Asia durante los siglos XV y XVI, llegando su decadencia
en el XVIII.
Interesantes
ruinas esparcidas por una amplia zona al lado de la ciudad moderna,
evocan el esplendor de su pasado. Como quiera que los diferentes
templos están distribuidos en una amplia zona, por cierto llamada
“la isla o ciudad del agua” ya que se encuentra localizada entre
los ríos Chao Praya, Lopburi y Pa Sak, la mejor opción es contratar
un “tuk-tuk” por 3 ó 4 horas para desplazarse de un templo a
otro. Entre otras ruinas, merecen visitarse el Wat Pra Ram con
su torre o “prang” en forma de mazorca; el Wat Thammikarat; el
Wat Ratchaburana; el Wat Lokaya Sutharam con una imagen encalada
de un Buda recostado de 37 m. de largo y 7 m. de altura, que
rivaliza en tamaño con el que se encuentra en el Wat Pho de Bangkok.
Son muchas las ruinas a visitar, imposible de relacionar todas aquí.
Ciudad
histórica de Ayuthaya
El
Wat Phra Mahathat, alberga una atracción especial, o
diferente: el Buda entre raíces; se trata de la cabeza de una
estatua de Buda inserta entre las raíces de un árbol. La leyenda
cuenta que al ser decapitada la estatua de Buda cuando fue saqueada
la ciudad, un árbol la protegió con sus raíces y al crecer éstas
han rodeado la cabeza. Una teoría afirma que el árbol creció
alrededor de la cabeza durante el período en que el templo fue
abandonado. Una segunda teoría dice que un ladrón escondió allí
la cabeza, sin que volviera a recoger su botín y un árbol rodeó la
cabeza con sus raíces. Sea como fuere, queda patente su divinidad
con las múltiples ofrendas que los creyentes depositan a su
alrededor.
Hacia
mediodía ponemos rumbo a Kanchanaburi. Tan solo 150 Km.
separan ambas ciudades. Las carreteras siguen siendo buenas; casi
todo el camino autovías. Nos sorprende un intenso aguacero al llegar
a la ciudad; hoy la lluvia ha llegado un par de horas antes de lo que
ya nos tiene acostumbrados.
Con
la ayuda de un joven que nos guió con su moto, llegamos al hotel
-Hotel Kan- que tiene unas vistas preciosas a la verde
montaña y al río que discurre a poco más de 50 m.
Después
de comer a la orilla del río nos acercamos a ver el Cementerio de
Guerra; este cementerio contiene los restos de 6.982 prisioneros
de guerra australianos, holandeses y británicos que perdieron su
vida en la construcción del ferrocarril de la muerte que llegaba
hasta Birmania, depositados en otras tantas tumbas perfectamente
alineadas y cuidadas. Impresiona ver que muchas de las tumbas
pertenecen a jóvenes que no llegaban a la veintena de años; otros
con pocos más de 30 y que dejaron su vida en una guerra que ellos ni
crearon ni quisieron.
Al
lado del este cementerio existe otro, en este caso budista; sus
lápidas y tumbas nada o muy poco tienen que ver con la cultura
occidental y quizás por ello llama la atención.
En
uno de los extremos de la ciudad, se erige uno de sus monumentos más
representativos y mundialmente conocido gracias a la película del
mismo nombre: el puente sobre el río Kwai. Aquí los
japoneses obligaron a los prisioneros de guerra a construir un puente
a través del río Kwai en 1943, primero de madera y después de
acero para permitir el paso del tren hacia Birmania. Fue bombardeado
por los aliados en 1945 y reconstruido tras la guerra a corta
distancia de su emplazamiento original. En la actualidad sólo se
conservan algunas de las bigas curvas originales en su estructura.
Recorro el puente en su totalidad un par de veces, teniendo que
apartarme en la segunda porque el tren lo está atravesando. Es
imposible caminar sobre las vías sin sentir cierta emoción al
pensar que estás paseando sobre un trozo de la historia reciente.
Puente
sobre el río Kwai
Con
cierta emoción contenida, la noche nos ha envuelto con su manto y el
estómago pide socorro; atendimos su demanda en una especie de
mercado nocturno donde proliferan los puestos de comida callejera; me
viene a la memoria las deliciosas creps que tomamos. Tras la informal
cena, nos retiramos a descansar. Como decía, para quienes nos gusta
la historia, ha sido una tarde cargada de emociones.
DÍA
VIII. (18-07-2014) KANCHANABURI: FERROCARRIL DE LA MUERTE
Un
poco de historia. Durante la II Guerra Mundial, Japón decidió
conectar por ferrocarril Birmania con Non Pladuk en Tailandia con el
fin de transportar armamento hacia el país birmano de forma más
segura que por vía marítima. Se trata de una línea férrea de 415
Km. cuya construcción comenzó en 1942 tardándose sólo un año en
construirla, aunque se utilizó escasamente dos años. Los japoneses
utilizaron como mano de obra decenas de miles de prisioneros de
guerra en unas condiciones infrahumanas, muriendo más de 100.000
personas durante su construcción.
Es
posible recorrer en tren los 50 Km. de esta vía que separan la
ciudad de Kanchanaburi de Nan Tok. Teníamos entendido que el paisaje
era digno de verse, pues el tren atravesaría la selva y pasaría por
peligrosos acantilados. Decidimos hacer el recorrido que nos llevó
unas dos horas y media esperando encontrarnos con tales maravillas de
la naturaleza, pero la realidad es que nada de selva, aunque el
paisaje era frondoso, a veces con el río Kwai al lado y tan solo un
par de acantilados de pocos metros; un viaje monótono. Como soy un
forofo del tren, a pesar de esa monotonía, el viaje me ha gustado.
Una
vez en Nan Tok, pretendíamos visitar el parque nacional de Erawan
y las cataratas del mismo nombre, pero la pronta salida del tren del
regreso no nos lo permitió. A poco más de 2 km. existen otras menos
importantes, las conocidas como Say Yok, a las que nos acercamos en
taxi.
El
paraje es muy agradable pero las cataratas no tenían demasiado
caudal pues la época de lluvias aún no había comenzado.
Ferrocarril de la muerte
Para
ir con más calma, cambiamos de planes. Decidimos comer en una
especie de restaurante-bar-quiosco, por cierto propiedad del taxista
que nos condujo hasta allí; tanto él como su mujer, estuvieron
pendientes en todo momento de que nuestra estancia fuera agradable y
… así fue. Comimos bien y económico y después regresamos a
Kanchanaburi en el coche del propietario del local, que como dije,
también era taxista.
Una
vez en la ciudad, aprovechamos la tarde para hacer algunas compras en
el mercadillo que se monta al lado del histórico puente; cenamos en
uno de los muchos restaurantes existentes en la zona, aconsejado en
los foros de viajes y dimos por concluida la jornada, que en esta
ocasión ha sido bastante tranquila.
DÍA
IX. (19-07-2014) KANCHANABURI – SUKHOTHAI
Hemos
salido con retraso de Kanchanaburi. Era preciso cambiar divisas y
repostar antes de salir; es sábado y los bancos están cerrados pero
al fin pudimos cambiar nuestros euros por “bahts” en una casa de
cambio.
Ponemos
rumbo a Sukhothai. Por el camino encontramos varios templos y nos
detenemos unos minutos a visitarlos. No son tan grandes ni tan
ostentosos como los más importantes de Bangkok, pero tienen su
encanto.
En
uno de ellos, al ser fin de semana, hay gran afluencia de devotos
que, en familia, han acudido a rezar a su dios y pasar el día. Sin
duda que este “ambiente” es mucho menos turístico y mucho más
real, más cercano al pueblo y se pueden observar sus ritos. Decenas
de monjes distribuidos por las diferentes dependencias del templo
bendicen o ponen pulseras de lana de la suerte a quienes se lo
piden, sean o no lugareños.
La
carretera se abre paso entre parajes verdes junto a llanuras inmensas
de arrozales. Atravesamos varios pueblos y pequeñas ciudades. Llama
nuestra atención que a la entrada de cada localidad, un inmenso arco
policromado cruza la carretera; en lo más alto del mismo se enmarca
una gran fotografía o pintura del rey que parece dar la bienvenida a
la ciudad. La figura de los reyes, en especial la del rey, la podemos
encontrar en cualquier punto del país ya sea a la entrada de las
ciudades, en vallas publicitarias, en escaparates, ….. El rey es un
personaje intocable para los tailandeses; como su dios viviente en la
tierra.
Después
de 350 Km. por fin llegamos a Sukhothai sobre las 20 horas.
Nos acomodamos en el hotel -Baam Rim Klong Resort- que son
bungalows a las afueras de la ciudad, en medio del campo; es noche
cerrada y no se aprecia el paisaje que nos rodea, pero se me antoja
semi-selvático. Mañana con la luz del día lo sabremos.
Ciudad histórica
de Sukhothai
La
zona con “movimiento” de la ciudad está a poca distancia y allí
nos acercamos a cenar. Cenamos bien en el Viloon, una especie
de chiringuito-restaurante muy habituales en este país; con la
bebida no llegó a 4 €uros por persona; el coste de la comida en
sí, rozó los 2 €uros.
Una
vueltecita por la ciudad, que a estas horas parece como si estuviese
deshabitada y … a descansar.
DÍA
X. (20-07-2014) SUKHOTHAI – CHIANG MAI
Sukhothai
es una ciudad del centro de Tailandia de unos 40.000 habitantes que,
alrededor de 800 años atrás fue la capital del Reino el mismo
nombre, primer gran reino tailandés y considerado como el origen de
la nación tailandesa y que existió desde mediados del siglo XIII a
mediados del siglo XV, cuando fue absorbido por el segundo gran reino
tailandés, el reino de Ayuthaya.
A
12 Km. de la ciudad moderna, se encuentra el principal atractivo de
Sukhothai, el parque histórico o ciudad antigua, que alberga
las ruinas de la antigua Sukhothai y que es uno de los lugares
históricos más importantes de Tailandia. Las estatuas de piedra de
Buda y las ruinas de sus templos, han superado el paso del tiempo y
ofrecen al visitante una idea de lo que otrora fue esta gran ciudad.
Este parque histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO en 1991.
Como
digo, el parque histórico alberga las ruinas arqueológicas de la
antigua capital del reino de Siam. Las murallas de esta antigua
ciudad forman un rectángulo de 2 Km. por 1,6 Km; una puerta en el
centro de cada muralla permite el acceso al recinto, que además de
jardines, lagos y bosque delicadamente conservados, alberga las
ruinas de 11 templos que pueden visitarse en dos o tres horas.
Fuera
del recinto amurallado existen ruinas de decenas de templos
esparcidos por una amplia zona. Entre los existentes intramuros
merece la pena destacar los siguientes:
El
Wat Mahathat: es quizás el templo más importante del recinto;
está rodeado por un foso y entre lo que queda de su columnata se
alza la figura de un Buda sentado del siglo XIII.
El
Wat Trapang Thong: se trata de un pequeño templo que se levanta
sobre una isla en medio de un lago artificial poblado de lotos y al
que se accede mediante una pasarela desde tierra firme.
El
Wat Si Sawai es problabemente el templo más antiguo del parque,
pues se construyó antes de que Sukhothai se convirtiera en la
capital del reino de Siam. De origen hindú, tiene tres torres y está
decorado con varias figuras de divinidades. Es quizás el más bonito
de todo el complejo.
Dejando
al margen el valor histórico del parque que, sin duda alguna es
enorme, es sumamente ameno desplazarse en bicicleta o en coche, como
hicimos nosotros, de un templo a otro por los caminos perfectamente
asfaltados que surcan todo el recinto. Las tres horas largas que
permanecimos allí, pasaron en un suspiro.
Ciudad histórica
de Sukhothai
Pero
debíamos seguir el itinerario previsto y emprendimos viaje hacia
Chiang Mai. Sobre la marcha nos detuvimos a comer en un bar
al aire libre al lado de la carretera; comimos estupendamente por
menos de 2 €uros por persona incluyendo la bebida.
Teníamos
previsto visitar otro templo en ruta, pero era preciso desviarse 40
Km. y desistimos de la idea. Sí que hicimos una parada en la ciudad
de Lampnag; aquí visitamos un templo birmano, bastante
diferente a los tailandeses, especialmente en el interior.
Llegamos
a Chiang Mai; localizamos nuestro hotel gracias a una amable señora
que nos guió con su moto cuando ya nos faltaban pocos metros para
llegar. Me costó que aceptara los 40 bahts que, a modo de
agradecimiento, ofrecía a su hija de corta edad que portaba en la
moto. El hotel –Rawisara Villa Resort- es un complejo
precioso; alejado del centro de la ciudad y al lado de un templo,
tres edificios de una sola planta ubicados alrededor del jardín y la
piscina, albergan las amplísimas y confortables habitaciones. El
personal del hotel, que nos recibió ofreciéndonos un cóctel de
bienvenida, fue sumamente amable, acogedor y dispuesto en todo
momento a prestar la ayuda que necesitáramos.
Nos
sirvieron la cena en la habitación y después de preparar el plan
para el día siguiente, tocaba descansar un poco.
DÍA
XI. (21-07-2014) DOI SUTHEP – TIGER KINGDOM
Hoy
nos dirigimos hacia el Wat Doi Suthep. En realidad es el
nombre de un parque natural con este mismo nombre cerca de Chiang
Mai, en cuya cima se encuentra el templo que queremos visitar.
Atravesamos la ciudad con dirección al parque a cuya entrada hay
unas cataratas, que por falta de agua no eran muy atractivas; por un
sendero entre árboles, es posible llegar a la parte superior de la
cascada. A la bajada, entre otros varios, hay un puestecito donde se
venden “bichos” fritos, como saltamontes, grillos, gusanos, etc.
Ésto es algo peculiar de Tailandia, mundialmente conocido. No
podíamos decir que habiendo estado en Tailandia no hubiéramos
probado los insectos fritos, así que compramos unos pocos mezclados.
La verdad es que cuesta un poco llevarse a la boca este “manjar”,
pero echándole valor cogí una oruguita pequeña y me comí la
mitad; no le encontré sabor a nada, simplemente tenía en la boca
algo crujiente; luego siguió un grillo y después un saltamontes. No
están mal y si además los mojas en una salsita que te dan, se
pueden comer...pero sólo para poder decir “he comigo un
saltamontes....”. Luego se animaron los demás y aunque poniendo
cara de asco, se decidieron a probarlos también.
Seguimos
ascendiendo, siempre en coche, llegando a un mirador desde el que se
divisa una bonita vista del amplísimo valle donde se ubica la
ciudad.
Wat Doi Suthep
La
serpenteante carretera discurre ascendiendo entre frondosa
vegetación. Poco después del mirador encontramos el templo Doi
Saphra Suthep. Este templo se encuentra a 16 Km. de Chiang Mai
sobre una colina de 1676 m. de altura. Una de las leyendas cuenta que
este templo se ubica aquí porque uno de los reyes de Siam, hace 800
años, colocó sobre un elefante blanco una reliquia budista y
prometió construir el templo donde se parase el elefante, cosa que
hizo justamente en lo alto de esta colina.
Una
vez aparcado el coche, es preciso subir una escalinata de 306
escalones, cuyas barandillas son las colas de dos dragones. Quien no
tenga ánimo de subir por la escalera, tiene la alternativa de un
funicular.
La
escalera termina en una terraza abierta que rodea la “estupa o
chedi” principal dorado que destaca sobre el resto de las
construcciones. A la entrada del complejo hay una estatua de un
elefante blanco, quizás en sintonía con la leyenda, como dando la
bienvenida al visitante. Además de esta estatua, se pueden
contemplar varias imágenes de Buda o una réplica del Buda Esmeralda
de Bangkok. Alrededor del templo hay una serie de pequeñas campanas
y que han de tocarse porque dan suerte, además de pequeños
pabellones imitando pequeños templos, monjes dando sus bendiciones y
varios miradores desde donde, si el día está despejado, se puede
ver todo Chiang Mai.
Este
es uno de los templos de perigrinación más importantes de la
religión budista y se nota porque, a pesar del turismo, la presencia
de nativos es mayor.
En
la base de la montaña hay gran cantidad de tenderetes de todo tipo:
recuerdos, ropa, comida, etc. Vimos uno de “delicias locales” a
base de saltamontes, gusanos y demás; su aspecto era mucho más
“saludable” que las de la mañana y decidimos hacer otra cata; la
verdad es que con la salsita acompañante estaban buenos; tanto es
así, que invitamos a probarlos a una familia de ingleses que nos
observaban y tampoco les disgustaron, en especial a los más jóvenes.
La
lluvia nos acompañaba desde que iniciamos la bajada del templo.
Después de comer, ascendimos un poco más hasta el Bhubing
Palace, residencia real construida en la década de los 60 del
siglo pasado. Lo más destacable del palacio son los jardines;
desistimos de visitarlos porque una densa niebla no lo permitía. La
temperatura ha bajado hasta los 20º C y llueve intermitentemente.
Tigres en el
“Tiger Kingdom”
Comenzamos
el descenso con intención de ir al denominado Tiger Kingdom. A
pesar del navegador, que nos guiaba, fue complicado localizarlo, pero
llegamos cinco minutos antes del cierre. Este lugar, como su nombre
en inglés indica, el es reino de los tigres. Es una especie de zoo
donde sólo hay tigres pero, a diferencia del zoo tradicional, aquí
se les puede acariciar, cogerles la cola y hasta tumbarse con ellos,
siempre bajo la supervisión de uno de los cuidadores. Los tigres
están separados por edades o tamaños: bebés, pequeños, medianos y
grandes. Yo opté por verlos a poca distancia desde fuera; impresiona
ver a estos enormes gatitos correr, bañarse o juguetear a tan corta
distancia.
Regresamos
a la ciudad para visitar, o mejor dicho, patear el mercado nocturno.
Este bazar está situado fuera de la ciudad antigua y lo componen
grandes carpas con cientos de puestos en su interior; la zona también
está rodeada de puestos y chiringuitos de comida, lo que hace de
toda el recinto el lugar ideal para comprar todo tipo de recuerdos.
Quizás sea éste el mejor sitio para hacer las clásicas comprar que
se suelen hacer en los viajes, pues se puede encontrar de todo lo que
te puedas imaginar y a mucho mejor precio que en Bangkok. Cuando
llegamos comenzó a llover de nuevo y en un santiamén todos los
puestos que estaban al aire libre se cubrieron de plásticos... y a
seguir vendiendo. En el interior hay zona con restaurantes mejor
equipados donde se puede encontrar comida tailandesa, mediterránea,
hindú, árabe.... En uno de ellos cenamos y después de dar otro
“garbeo” entre los puestos, regresamos al hotel.
DÍA
XII. (22-07-2014) CHIANG MAI
Es
nuestro segundo día en Chiang Mai. Dedicamos la mañana a visitar
algunos templos de la ciudad. Si bien todos ellos son del mismo tipo
de elementos arquitectónicos, todos son diferentes y no es posible
decir aquello de “visto uno, vistos todos”. El primero que
visitamos fue el Wat Phra Sing; siento que este templo tiene
algo especial; no sabría decir exactamente qué le hace diferente:
si más acogedor, más sagrado... Un amable monje que paseaba por el
recinto y que a buen seguro supera los 90 años, nos permite hacernos
unas fotos a su lado y nos bendice; se le ve todo bondad; una pena no
podernos entender con palabras.
Wat
Phra Sing
A
pocos metros del templo, en la calle Ratchadamnoen está la pequeña
cafetería Akha Ama Coffee (www.akhaama.com); vale la pena
hacer una paradita y tomar un granizado de café mientras el aroma de
todo tipo de buen café deleita la pituitaria.
Reservamos
una excursión para visitar un campo de elefantes y otras actividades
y continuamos visitando algunos templos más; se acercaba la hora de
comer y fuimos en busca del cercano restaurante Ratchamnoen kitchen,
aconsejado
en los foros; lo encontramos cerrado, pero no fue difícil encontrar
otro muy cerca donde también comimos bien y barato. Durante la
comida cayó un fuerte aguacero.
Después
de comer visitamos un par de templos más, que por cierto en todos es
posible aparcar en el interior del recinto y regresamos al hotel pues
debíamos recoger la colada que hicimos a primera hora de la mañana
en una lavandería próxima. Una vez recogida, apetecía unos minutos
de relax en la piscina del hotel, mientras caía la noche.
Después
nos dirigimos al Anusarn Market, que resultó ser una parte
del mercado nocturno, que se desmantela durante el día. Algunas
compras más y cena en uno de los muchos restaurantes existentes.
Después de otra vuelta por el mercado para “bajar la cena”,
volvimos al hotel.
DIA
XIII. (23-07-2014) CHIANG MAI – PARQUE NTRAL. DOI INTHANION
La
parte norte de Tailandia es la que cuenta con mayor extensión de
selva tropical. Gran parte de esta zona se consideran parques
naturales y por tanto están especialmente protegidos. En cualquier
caso, todos ellos cuentan con una amplia infraestructura de
carreteras, caminos, rutas de “trekking”, miradores, etc.
perfectamente cuidadas y señalizadas. Uno de estos parques
naturales, situado a unos 85 Km. al SO de Chiang Mai, es el parque
natural Doi
Inthanion, también
conocido como “El Techo de Tailandia”, pues aquí se encuentra el
pico más alto del país con 2565 m. de altura; esta montaña forma
parte de la cordillera del Himalaya. Debido a la altura, el parque
tiene una humedad elevada y la temperatura muy baja; la temperartura
al medio día oscila alrededor de los 12º C.
Unos
500 m. antes de la entrada al parque, sale el desvío a la izquierda
que conduce a las cataratas Mae
Klang Waterfalls. Junto
a la entrada de la cascada hay una amplia zona de aparcamiento. El
camino termina junto a un mirador a los pies de la catarata. Por un
sendero que la bordea se puede acceder al inicio de la misma.
Un
poco más adelante está la entrada al parque – entrada 200 THB
(4,5 €) por persona y 30 THB (0.60 €) por el coche; en la oficina
de atención al visitante facilitan un folleto con información
acerca del parque y un sencillo mapa, pero que sirve para situarse
perfectamente. Pocos metros después, a la izquierda, hay un templo
cuyo nombre no recuerdo, pero que vale la pena dedicarle unos
minutos.
Wat Numtok
Maeklang
La
carretera serpentea entre una frondosidad impresionante. En el Km. 21
después de la entrada al parque, encontramos la Wachidatan
Waterfall; se
trata de una catarata con bastante caudal y con una nada despreciable
caída de 80 m. Una
escalera sube desde el aparcamiento hasta el mirador desde donde se
ve toda la cascada. Las gotas de agua que se desprenden de la
cascada, arrastradas por el viento, mojan a los visitantes.
Continuamos
la ascensión y llegamos a las Sirathan
Waterfalls. Se
encuentra muy cerca de la carretera; de hecho el aparcamiento está
pegado a la misma, a mano izquierda. Se
han de bajar unos 100 metros por una escalera que desembocaba en un
mirador. Una bajada suave y sencilla. El mirador se encuentra
enfrente de la cascada, por lo que la perspectiva es inmejorable. La
cascada no es muy alta, pero sí bastante ancha y con un ruido
ensordecedor. Y por si eso no basta, se encuentra enmarcada entre dos
paredes totalmente cubiertas por la vegetación.
Repusimos
fuerzas en la zona donde se ubica la sede oficial del parque.
Después de
comer, acompañados de la fina lluvia correspondiente, ascendimos
hasta la cima donde se encuentran las Pagodas del Rey y de la
Reina, que no son sino dos “chedis” construidos en lo alto de
la montaña, llenos de mosaicos de mármol con incrustaciones
doradas. Este lugar es una de las joyas del parque, pero que no
pudimos contemplar porque una espesa niebla lo impedía. La
temperatura esa muy baja, unos 15º C, pero con la llovizna y el
viento, la sensación térmica era aún menor.
Son 41 Km.
desde la entrada del parque que hay que deshacer al bajar. El paisaje
es tan bonito, que la ruta no se hace pesada; la carretera está
limitada por una vegetación salvaje y espesa que lo llena todo y las
diferentes paradas en las cascadas, son el remate final.
Ya
de regreso nos dirigimos a un poblado Mong (posiblemente Mong Khun
Klang). Lo catalogan como poblado tribal, pero en realidad puede ser
un poplado cualquiera; eso sí, no está enfocado al turismo; no hay
tiendas y cada vecino va a lo suyo. Atravesando el poblado, a la
izquierda, un camino lleva a la base de la cascada
Siriphum; no
es tan llamativa como las anteriores, pero el paraje es
impresionante. Se puede pasear por un jardín botánico con unos
helechos gigantes bajo unos árboles que también lo son.
Una vez en
la ciudad, acabamos una vez más en el Mercado Nocturno. Como es un
lugar que tiene todo lo necesario y además es fácil de acceder
¿para qué buscar otro ?. Ya lo dice el refrán: “más vale lo
malo conocido que lo bueno por conocer”.
Catarata
Wachidatan
DÍA XIV
(24-07-2014) CHIANG MAI: ELEFANTES, “RAFTING”...
Hoy también
toca naturaleza, pero algo diferente en cuanto a actividades se
refiere. Hace dos días contratamos una excursión de todo el día
que comprende varias actividades que prometen ser divertidas.
A las 9 de
la mañana un minibús, por cierto un poco antiguo o muy trabajado,
nos recoge al lado del templo Phra Sin y junto a otros siete
pasajeros más, comenzamos la aventurera jornada.
Granja de
orquídeas: La primera parada la hacemos pocos minutos después
en una granja de orquídeas. Se trata de una plantación, sumamente
cuidada, donde se pueden observar cientos de orquídeas de todos los
colores. Curiosamente las transparentes macetas que las contienen
están suspendidas en el aire, es decir, la planta no está plantada
en tierra firme; la humedad ambiental es suficiente para su
desarrollo; es un conjunto de un colorido sensacional.
Justo al
lado hay un apartado donde revolotean cientos de mariposas que no me
llaman la atención ni por su tamaño ni por su colorido; son
similares a las que podemos encontrar en nuestras latitudes.
Mujer de cuello largo o mujer jirafa
Poblado
Mong: La siguiente parada fue en un poblado Mong. Es un
pueblecito orientado al turismo; desde la zona de aparcamiento, un
camino de tierra jalonado de puestos que ofrecen “souvenirs” al
turista, lleva al pueblecito. Un poco más adelante, en cada
tenderete hay una “mujer de cuello largo” o si se quiere
“mujer jirafa”, con sus múltiples anillas alrededor del
cuello; algunas también las llevan en los tobillos y en las muñecas.
Con una sonrisa ofrecen su mercancía; no ponen inconveniente alguno
en fotografiarse con ellas, al contrario, lo facilitan. Hay también
niñas que no superan los 12 ó 14 años que ya llevan algunas
anillas. Compramos algunas cosillas y nos fotografiamos con la que
tenía más anillos en el cuello; ella supercontenta de que compremos
en su puesto y nosotros agradecidos por conseguir un recuerdo con
unos personajes tan autóctonos de Tailandia.
Campo de
elefantes: Regresamos al minibus y continuamos hasta un campo de
elefantes, donde tuvimos la oportunidad de dar un paseo a lomos de
uno de ellos o mejor dicho, un paseo en silla a lomos de elefante
durante unos 45 minutos por la orilla del río y vadeándolo al
regreso. Me llaman la atención las enormes plantas
de sus patas y los profundos agujeros que forman
en el suelo húmedo al pisar todos en el mismo sitio.
El ir
sentado a más de dos metros del suelo y el bamboleo del paquidermo
al caminar, obliga a aferrarse bien a la silla para más seguridad.
En un buffet
anexo hicimos la comida, incluida en el pack.
Paseo a lomos de elefante
Balsa de
bambú: Después de comer nos dejamos llevar por la corriente del
río sobre una balsa de bambú. Un paseo relajante a más no poder:
el río, la vegetación exhuberante a sus orillas y .... el silencio,
roto tan solo por el canto de algún pájaro en la espesura del
bosque.
Trekking:
Tras 20 minutos de carretera a través de la selva, llegamos a una
zona para hacer un corto “trekking”; y tan corto, pues tan solo
duró 15 minutos a través de la selva, hasta llegar a unas sencillas
cataratas donde pudimos tomar un baño y dejarnos caer deslizándonos
por la roca por donde caía el agua de la cascada. Fue una actividad
simplona, pero divertida; todos sacamos ese punto de niño que aún
nos queda dentro.
Rafting:
Terminaríamos nuestra excursión con otra divertida actividad como
es hacer unos minutos de “rafting”. Equipados con el bañador, el
salvavidas, el casco y un remo, comenzamos el descenso. Antes de
subir a la zodiac, unas sencillas intrucciones en inglés de cómo
navegar; a los monitores no les importaba demasiado si entendíamos o
no lo que nos decían; bien sabían que no existe el más mínimo
peligro. En efecto, se trata de una bajada sin riesgo, pero súmamente
diverrtida, en especial cuando la embarcación pasa por los sencillos
rápidos que atravesamos. Después de casi una hora, pisamos tierra
firme, nos dimos una ducha y regresamos a la ciudad.
Ya en Chiang
Mai, decido experimentar o sufrir un masaje tailandés; sólo media
hora, no me atrevía a más; al ser poco tiempo, la masajista sólo
podía “trabajar” espalda, cuello y cabeza. Sería un masaje,
pero ... dolía lo suyo; la masajista presionaba con el codo, con la
rodilla o se ponía de pie e incluso daba algún pasito sobre mí.
Salí dolorido del local, pero después de unas horas y al día
siguiente se notaba que los músculos habían vuelto un poco a “su
sitio”.
En la cena
que siguió, tomé unos spaguettis deliciosos en un restaurante
cercano. No son más que las 10, pero mañana volamos para Krabi y
hay que preparar el equipaje.